29 julio 2009

Mi vestido se parece a los Libros del Asteroide.


Hablar de la tripa de Roberto Bolaño en la cama. Hacer el amor con cicatrices tontas y heridas de guerra: hoy me peleé con las mil palabras, hoy me enfrenté a las doscientas páginas, hoy Susan Sontag y Jane Kayne me llamaron puta (a ti lo que te gusta es que te den fuerte en la cara, que te den tortazos, y te saquen los puños). Confundir Kawasaki con Iwasaki (háztelo mirar, dice AJM). Jugar sola al Piglia Piglia. Hacer chistes malos con nombres de poetas que no me gustan, de novelistas que me enamoran, de poetas y poetas que no me gustan. Leer a Sarah Kane en Stalker City. Llegué al final de este relato terrible y repugnante contando por un sentido aprisionado en un cadáver ajeno y abultado por el espíritu maligno de una mayoría moral. Ya hace mucho tiempo que estoy muerta. Y escribir, nerviosa, los artículos que Él me pidió. Nerviosa. Nerviosa. Nerviosa. Porque o Ladro o Muero. Y de tanto hablar de la Tripa de Bolaño en tu cama, me quedé sin voz. Y de tanto gritar. Me quedé sin tripa. Y de tanta muerte. Me mordí la lengua.