31 julio 2011

Mamaíta, no soy mala.



Je me dis que c'est long
Tu me dis que c'es court 
Je me dis que c'est pas la première fois
Je sens le silence qui m'entoure
Et mon poul qui ne faiblit pas
"Je viens en ami" dit le Silence.
Mickey 3D

Todos tenemos miedo. Todos tenemos una pizarra blanca en la que dibujamos el futuro tal y como lo imaginamos. Pero ¿y si no sé imaginar? Maúllo. Magullo. Me arranco las canas. Amigo Silencio. Verano tranquilo e insomne. Silencio. Cómo me detesto. 

No dormir.

Estoy solo -estás solo- y malherido.
Rodrigo Olay

O bien: cortarse las uñas con el ruido del ventilador. O bien: cortarse las venas con la rotura y la piel de una uña diminuta. Que no duele. Que no duele. Es fácil decir: dolor. Es fácil decir: soledad. Es fácil decir: no son mis ojos, no son mis manos, yo no te busco, mira qué ojeras. O bien: esperar en la cama que llegue otro día. Que llegues tú. Que llegue el mundo. Ya ha amanecido. ¿Qué hora es? ¿Has visto? ¿Tu voz? Creo que vuelves. O bien: nunca dormir. 

29 julio 2011

(3x1) Tercera entrega: entrevista a Ernesto Castro, María Salvador y Unai Velasco.


Ya podemos ir extrayendo algunas conclusiones de las entrevistas a jóvenes autores, por ejemplo: su vida en la red, su obsesión con Pizarnik o Ajmátova (sus nombres aparecen en varias de las influencias de los mencionados... además, hay un alto número de referentes femeninos, ¿curioso, no?), por la música y el cine, su manera de concebir la publicación en papel o en digital... En esta tercera entrega contamos con algunas reflexiones muy interesantes a propósito de la “generación” venidera, del conflicto entre lo digital y lo analógico y de los recitales, performances y poesía leída en voz alta. Están con nosotros Ernesto Castro (Madrid), María Salvador (Granada) y Unai Velasco (Barcelona). Ernesto estudia filosofía y tiene un blog de crítica y pensamiento. En septiembre saldrá a la luz su primer libro, Contra la posmodernidad (Alpha Decay, 2011). María es una de las primeras autoras de su generación en publicar, pues su libro El origen de la simetría (Icaria, 2007) apareció cuando ella tenía tan solo 21 años. Unai es uno de los directores de la revista Mamajuana! y lleva desde hace mucho tiempo publicando reseñas y crítica en revistas como Quimera, Hermano Cerdo, etc. Su primer poemario aparecerá pronto en la editorial madrileña Papel de Fumar. Y así responden:

*Para algunos de vosotros Tenían veinte años y estaban locos será vuestra primera publicación en papel. ¿Qué supone este hecho en vuestros planes como creadores?

Ernesto Castro: Ya he publicado antes como ensayista, aunque no es lo mismo presentar un argumento en prosa que exhibir las vergüenzas en verso. Me hace muy feliz formar parte de esta antología, por la gente que forma parte de ella y porque será la primera vez que vea mis trapos sucios a la luz del sol.

María Salvador: [Sin respuesta de la autora]

Unai Velasco: De buenas a primeras supone una alegría, y eso equivale a una alegría segunda: estar alegre es una disposición buenísima para la escritura, por lo menos en mi caso. Es más bien energía, como un delantero centro en buena forma. Por otro lado, salir a cierta luz también puede significar una presión añadida, una mayor exigencia con uno mismo quizá. Como diría Sergio Dalma, será lo que será, ya veremos qué pasa mañana.

María Salvador

*¿Publicar en papel -en antologías, revistas, plaquettes o libros propios- es una obsesión o un fin en esta época reinada por lo digital? ¿Tenéis proyectos de publicación entre manos? ¿Os presentáis a premios? ¿Rechazáis la idea de publicar un libro pronto?

Ernesto Castro: No leo antologías y, sinceramente, no creo que el público haga otra cosa que ojearlas por encima. No obstante, son un símbolo determinante dentro del imaginario generacional y cumplen un papel fundamental dentro del sistema de la mercadotecnia editorial. Las antologías cubren la demanda de etiquetas generacionales que la crítica literaria requiere de continuo. En este sentido, Tenían veinte años y estaban locos ofrece una respuesta tentativa a una cuestión sobre la cual hay bastante expectación: ¿qué está pasando con los poetas nacidos a partir de mediados de 1980? Dependiendo de las conexiones que se puedan establecer entre los autores presentes en esta antología, habrá quien aproveche para decretar la existencia de una generación. Yo sería precavido al respecto, aunque las afinidades no elegidas están a plena vista.
Tengo un poemario inédito que presenté a un premio, pero no insistí más. Es un engorro tenerlo ahí en el cajón porque cada vez que le echo un vistazo quiero modificar algo. Si sigo trabajando en él, dentro de poco no quedará nada. Ya he destruido varios poemarios por haber insistido demasiado en ellos. El chico es mayor, ya es hora de que se independice. Estaría encantado si una editorial accediera a quitarme este peso de encima.
En Septiembre voy a publicar con Alpha Decay un ensayo titulado Contra la postmodernidad. Ahora mismo estoy escribiendo/investigando sobre el fin de la Historia y el retorno de la memoria histórica, las empresas pro común y el debate sobre los derechos de autor, el mercado del arte y la posición del curador y de las casas de subastas, el choque de civilizaciones y los movimientos de extrema derecha, la posición de la izquierda en relación con la figura del inmigrante, la sociedad del espectáculo y la incidencia de los media en la producción de subjetividad. También estoy aprovechando para ponerme al día en economía.


María Salvador: Para mí el papel sigue siendo el soporte más cómodo para una lectura prolongada. Un libro en papel tiende a darme una mayor sensación de producto acabado; lo que está en la red me transmite otras posibilidades, es más manipulable, tanto por el autor como por los propios lectores en ocasiones. Es una relación distinta entre el creador, la obra y el lector. De momento creo que el e-book aún no aporta todas las soluciones a los precios adecuados, pero sigo su evolución con interés.
Hace tiempo que no considero que tenga un libro terminado, pero me he presentado a dos o tres premios con anterioridad. Hoy en día quizás -siempre quizás- no lo haría; me gustaría más una edición más fácil de controlar en sus aspectos artísticos, aunque sea en detrimento de su posible difusión.

Unai Velasco: Las virtudes de lo digital son muchas, pero la verdad es que soy analógico de cojones. Escribo poesía en una Olivetti eléctrica, aunque por pura casualidad, sin esnobismos de por medio, y estoy bastante cómodo ahí. Cuando escribo a mano hago una letra satánica, me canso, después no la entiendo, o necesito dos líneas para escribir cada verso, no tengo distancia frente al texto…; la pantalla del ordenador, en cambio, es fría y tampoco reproduce el aspecto final del poema, y además corregir implica suprimir lo anterior. La máquina eléctrica es física y distanciada a la vez, la hoja está ahí: puedes ver el negro sobre el blanco, las proporciones del verso… y cada vez que corriges una palabra te obliga a recomenzar el proceso, releer el conjunto, es algo tremendamente metódico. En cuanto a publicar, me parece importante en la medida en que se cierra el proceso comunicativo (intentar ofrecer belleza como un agradecimiento por la belleza que nos han ofrecido a nosotros) y entrar en toda una fenomenología del libro que es, por ahora, tradicionalmente analógica.

¿Proyectos entre manos? Empezar a escribir un nuevo poemario (estoy en la fase de saber desde dónde escribo), preparar una novela hipotética (mandar sondas probatorias al buen dios Papel) y, con mayor proximidad: estoy traduciendo algunos poemas de David Fishkind para la antología VOMIT, preparo la traducción del último libro de Albert Cohen de 1979 y su primer artículo de 1923 en la N.R.F., y con una fuerza especial preparo junto a Mario Amadas la traducción y edición de The Blue Wizard is about to die, un poemario sobre videojuegos muy interesante publicado en los USA en 2003.

*Unos tenéis blog y otros sois más activos en Facebook, Twitter y Tumblr. ¿Qué os han dado las estas plataformas en lo que a vuestra trayectoria y aprendizaje se refiere?

Ernesto Castro: Tengo blog desde hace cinco años y Facebook desde hace sólo uno. Internet, con su demanda constante de información, me ha obligado a imponerme una disciplina que no habría adquirido por mi mismo. Encerrado en mi cuarto con la ventanita del ordenador abierta, la escritura se ha convertido para mí en una cadena perpetua. Y el acto de compartir es una realidad constante. Rara es la ocasión que leo algo y no cuelgo inmediatamente el link o la cita en el muro de Facebook. Esta situación de comunicación sin interrupciones me ha convertido en un monstruo de la escritura por encargo. El objetivo no es comunicar algo sino comunicar con alguien. Desde muy pronto me di cuenta de ello. La era de la comunicación ha generado una tipo de cultura participativa que permite que la figura evanescente del lector se encarne a través de redes de comentarios realizados en tiempo real. La pregunta que deberíamos formularnos como productores es, ¿a quién va dirigido esto? Se podría decir que mis textos son cartas lanzadas al vuelo que, por alguna casualidad, siempre llegan a su destino. Escribir para todos y para nadie tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Yo escribo en mi muro como si no existieran lectores. De este modo, nos conocemos mucho mejor pero seguimos tan aislados como de costumbre. Al final el resultado es un diario privado que todo el mundo puede cotillear.

María Salvador: Algunos de los poemas que aparecen en El origen de la simetría en realidad fueron entradas de mi antiguo blog, donde empezó de una manera más "seria" mi creación literaria. En estos últimos años, sin embargo, me han servido más para conocer a los demás, para entrar en contacto con otras personas y leer y disfrutar del arte de otros.

Unai Velasco: Jamás he tenido un blog ni he estado demasiado pendiente de los blogs. Sin embargo, en el último año he conocido a gente interesante con blog, y por eso últimamente estoy un poco más atento. Creo que si tuviera un blog me estresaría, impone un ritmo de escritura que no me apetece. No me sincronizo. O bien no tendría nada que decir con la regularidad que más o menos exige o bien tendría demasiadas cosas que decir y el lector terminaría por ahorcarse con el ratón. Eso sí, el blog pone por fin al alcance de la mano las posibilidades comunicativas de internet. Sí tengo cierta continuidad en Facebook, que me parece interesante como pequeñísimo ejercicio de estilo: escoger un registro y mantenerlo puntillosamente en cada post. Posiblemente sea una chorrada, pero es lo que me parece ahora.

*¿Y qué relación tenéis con vuestros contemporáneos -no sólo con los jóvenes o compañeros de antología, también con otros creadores coetáneos-? ¿Cómo han influido en vuestra obra o en vuestras ambiciones?

Ernesto Castro: A título personal, conozco un número bastante reducido de poetas. Hay una constante en mi relación con ellos, a saber: nos hemos emborrachado juntos. Esto es lo más importante que he intercambiado con mis contemporáneos, cerveza y buena conversación. Me caen bien. Por el momento no he percibido la conducta fratricida que las malas lenguas atribuyen al gremio de los poetas. Tal vez será porque no he conocido a la gente apropiada... He leído a algunos de mis coetáneos pero a la hora de elaborar un juicio sobre ellos no tengo a nadie con quien compararlos. Digamos que uno no elige a sus compañeros de travesía. En España, estamos en un momento muy interesante y plural. Afortunadamente, la época de los enfrentamientos entre grandes corporaciones poéticas (poesía del silencio vs poesía de la experiencia) pasó a mejor vida. En ausencia de un “poeta fuerte”, los referentes están más bien indefinidos, los dogmas hace tiempo que dejaron de ser tales y las trayectorias poéticas están customizadas a gusto del consumidor. Muchos de mis compañeros de antología han publicado un libro o han ganado un premio importante. Eso me obliga a ponerme las pilas. La presión y la sana competencia siempre están latentes.

María Salvador: Una de las cosas más divertidas de la literatura es conocer gente. Ir a eventos de índole poética me ha aportado algunas de las amistades más fructíferas y duraderas. Es importante conocer las maneras de escribir de los demás y sus puntos de vista no sólo de la vida y el arte, sino también sobre lo que tú escribes: sin mi relación con otros escritores jamás me habría atrevido a publicar un solo poema.

Unai Velasco: La verdad es que no he tenido apenas relación hasta hace muy muy poco. Y este cambio me alegra: las tortugas ninja eran cuatro, joder. Mis contemporáneos, hasta hace poco, eran los amigos de la universidad y los amigos de infancia. Conozco mejor a la generación nacida en los 70, por mi colaboración en la revista Quimera, que a mi propia generación. Hay alguna excepción como el crítico y escritor Pablo Muñoz, pero también lo he conocido a través del entorno de Quimera y tampoco hace tanto de ello. Esta situación se ha revertido desde hace unos cuantos meses: viajamos a Madrid para entrevistar a Álvaro Pombo a propósito de su poesía para una nueva web cultural que teníamos pensado crear (www.mamajuanadigital.com, que codirijo junto a Marc García y con la colaboración de mucha gente buenísima y joven), y aprovechamos para ponernos en contacto con la gente de Madrid, a quien habíamos leído o conocíamos de oídas: Antonio, Ernesto, Julio, Elisa, David Leo, etcétera. Grandes tipos. He ido siguiendo poco a poco su obra, pero antes de 2011 solamente había leído a David Leo García y a Elena Medel.

Últimamente, en Barcelona, he tenido la suerte de ir conociendo a más gente interesante: desde Borja Criado, uno de los responsables de la web Dylarama, o al gran Víctor Manuel Martínez.

Unai Velasco

*Todos procedéis de distintas ciudades en las que imagino más o menos “movimientos literarios”. ¿Hacéis recitales, performances, actuaciones? ¿Participáis en la vida “literaria” de estos lugares?

Ernesto Castro: He desarrollado el hábito de llegar tarde a las presentaciones y no acudir a los recitales. Prefiero la sobremesa. No me gustan demasiado los recitales porque carecen de feed back: alguien se sube al atril, desgrana los versos, se le aplaude y fin de la historia. Una concentración sin ronda de preguntas carece de interés, esta es mi filosofía. No veo ningún aliciente en el acto per se de recitar, con excepción de la satisfacción ególatra que supone contemplar un público cautivo con tu voz. El performance suscita mayor interés por mi parte, aunque los performers me ponen tan nervioso como los payasos o los magos; nunca sabes cuando te van a llamar para que subas a participar al escenario. En general, desconfío de los actos de espontaneidad teatral que pretenden dinamitar la relación de asimetría entre el público y el actor. Esa asimetría no desaparece, se refuerza. Hay tres tipos de performance: el místico-soporífero, el cotidiano-indiferente o el brutal-insoportable. Si me dan a elegir, prefiero las mutilaciones autoinfligidas. Por otro lado, las concentraciones convencionales en bares o festivales carecen de exterioridad, reproducen el circuito habitual de la poesía. Productores, organizadores y público, todos ellos son poetas que esperan su turno, todos esperan su minuto de gloria para “lo suyo”. Esta endogamia autorreferencial tiene su parte positiva (lima las asperezas entre la gente y genera cohesión gremial) y su parte negativa (refuerza el solipsismo y fractura el compromiso de la poesía con la sociedad civil). Escribo poemas sobre el maltrato porque creo que este compromiso es esencial. ¿Qué hacer para romper con el círculo minoritario de lectores/productores de poesía? Me temo que estamos entre la espada y la pared. Hace un par de años organicé con Batania un recital peripatético por las calles de Madrid con motivo de la Noche en Blanco, un acto informal al que podía sumarse el que quisiera. Recorrimos las avenidas más significativas de la ciudad, recitamos en las plazas megáfono en mano. Como se suele decir, “los versos bajaron a la calle”. El resultado fue, a mi juicio, desastroso. Se ha visto en el 15-M. La presencia de los poetas, si bien apreciada y aplaudida, interrumpía el diálogo y la lógica participativa de las asambleas. Además, la calidad de la poesía política deja mucho que desear, ya que muchos confunden compromiso con cierto estilo panfletario. Esta es la paradoja de nuestra profesión: el proceso creativo es individual y el resultado tiene una pretensión colectiva, dada la musicalidad de las reiteraciones o, en mi caso, el contenido latente de protesta social.

María Salvador: Cuando publiqué el libro, en 2007, sí. En los últimos tiempos sólo participo como espectadora. Es difícil que te llamen para recitar si no tienes ninguna publicación reciente, y yo llevo años sin considerar nada terminado.

Unai Velasco: Como decía antes, no he participado en ninguna escena cultural barcelonesa. Como mucho, en los últimos cuatro o cinco años he acudido a alguna fiesta relacionada vagamente con Quimera o con la editorial en la que trabajaba hace un tiempo. Hace poco recité por primera vez mis poemas en un bar del Raval, gracias a una invitación de Jordi Corominas para su ciclo Loopoesía, pero constaté que no tengo ni puta idea de recitar. La voz que sale de mi boca, su ritmo, no es la misma que la voz de mi cabeza cuando leo mis poemas en silencio. Soy poeta, no actor. Recitar, realizar una performance, es hacer otra cosa: ni mejor ni peor. Pero mi poesía está escrita para ser leída, no recitada. Eso no quiere decir que no sea un material de partida para experimentar nuevas formas de expresión. Pero eso es secundario para mí.


*Algunos os conocéis, sois amigos, otros ni siquiera habíais escuchado vuestros nombres antes de saber que compartíais espacio, de hecho, hasta la publicación en octubre de Tenían veinte años y estaban locos apenas os podréis leer en la red y en el Tumblr de origen. ¿Habéis hecho algún descubrimiento cotilleando la obra de vuestro compañero de al lado? ¿A quién echáis de menos en un libro de estas características?

Ernesto Castro: He seguido semanalmente el proceso de selección y la publicación en el Tumblr. Conozco de primera mano las decisiones que se tomaron. Había mucho material en la web y sólo puedo decir que la antología resultante recoge el mayor número de voces posibles. No echo en falta a nadie. Esta antología me ha permitido descubrir a tanta gente que sería una vergüenza para mí tener que reconocer las enormes lagunas que tenía antes de que todo esto se pusiera en marcha.

María Salvador: Echo de menos a Ana Hidalgo, quizás lo mejor que he leído en muchos años escrito en el rango de edad marcado por la antología.

Unai Velasco: Algo así, pero no exactamente. Siento mucha curiosidad por cómo son las voces de mis contemporáneos. He hecho intentos de leerlos online, pero no sé, me resisto. En vez de eso, hace poco entré a la web de Antonio Machado Libros y realicé una compra muy bestia de todos los poetas jóvenes que conocía y que estaban publicados. Así he podido leerlos con calma. I will strike back, Antonio Machado Libros!


*¿Cómo pensáis que será recibida vuestra voz?

Ernesto Castro: Ni idea. El público y la crítica tienen razones que la razón ignora. No hay que ser ninguna pitonisa para pronosticar que esta antología contiene a futuros premiados, gente con una gran trayectoria por delante. Este es el escaparate para mucha gente muy válida que lleva años desarrollando su trabajo debajo de la alfombra. No dudo que sabrán aprovechar el momento.

María Salvador: [Sin respuesta de la autora]

Unai Velasco: Como es lógico, no lo sé, es tan difícil salir de uno mismo… Y tampoco quisiera resultar pretencioso… Aunque, honestamente, tengo una ligera sospecha, un temorcillo, no sé si precipitado: pienso que, según cómo, podría llegarse a tachar a mi poesía de culturalista, porque utilizo unos materiales parecidos, porque mi poemario En este lugar (Papel de fumar, en prensa) está influenciado en buena medida por el culturalismo de finales de los 60. Pero me parece que yo hago otra cosa distinta, una reflexión distinta (incluso opuesta) sobre un asunto parecido.

Ernesto Castro (retratado por Luna Miguel)

*¿Os da miedo la repercusión, la crítica, el comentario?

Ernesto Castro: No. Personalmente, mis poemas están pidiendo a gritos la formación de un grupo de enemigos (bien nutrido, organizado y armado) que sea capaz de reventar los cristales de mi casa, hacer pintadas en la fachada y dejarme cartas repletas de ántrax en el buzón. Ahora en serio: no creo que ningún poeta en su sano juicio espere algo de la crítica de poesía, sencillamente porque apenas existe un genuina “crítica” de poesía. Lo que sí hay es una red de fieles seguidores, apologetas bienintencionados e inquisidores que señalan con el dedo. Estoy tranquilo sabiendo que, como en toda antología, la ignominia o la gloria recaerán principalmente sobre la persona que realiza la antología.

María Salvador: Creo que lo único que me molestaría es ser interpretada de una manera completamente errónea, no sólo distinta a lo que pudiera pretender con mis textos, sino errónea, adjudicándome quizás ideas o pensamientos que no tengan nada que ver conmigo o que puedan incluso oponerse.

Unai Velasco: Por ahora siento curiosidad. Quisiera estar a lo mío.


*Los lectores y vosotros mismos veréis la diversidad que hay en el libro, pero también apreciaréis que muchos tocáis temas comunes o tenéis influencias parecidas. Ya sé que es difícil... pero ¿cómo definiríais la poesía que hacéis? ¿Y cuáles son vuestras influencias, no sólo literarias, sino en general?

Ernesto Castro: Mi poemario versa sobre el maltrato. Lo considero un tema fundamental de nuestro tiempo que no ha recibido todavía el trato literario que merece. El origen del libro se podría fechar hará un año cuando volví a leer mis viejos poemas de adolescencia. Con el paso del tiempo y el distanciamiento emocional, descubrí que muchos de ellos podrían pasar perfectamente por poemas de amor escritos por un maltratador arrepentido. Para contrapesar la carga emocional, añadí al libro un par de secciones de carácter más sociológico, con un tono más neutro y descriptivo. Ahora mismo dedico todo mi interés y mi tiempo al análisis económico y político. Tengo aparcada la poesía. En el futuro, espero profundizar en esta versión sociológica de una poesía política que, más allá del modelo panfletario, sepa construir un retrato de época. La poesía política será costumbrista o no será, esta es mi opinión. Sería aburrido enumerar aquí mis influencias que, desde siempre, han sido más filosóficas y cinematográficas que literarias.
Si me permites, quisiera añadir una consideración sobre “nosotros como grupo”. A mi juicio, he percibido en la voz de muchos de mis compañeros una regresión a formas de “subjetividad poética” que la generación previa había desechado como retrógradas o poco adecuadas en un contexto social como el nuestro. Sometidos a un constante bombardeo de mercancías, pareciera que no hay espacio para decir yo. Muchos de mis compañeros –los que más me interesan, al menos- desmienten los tópicos literarios sobre la muerte del autor, la fragmentación de la identidad y la disolución de la conciencia en el circuito de las mercancías. Asistimos a la recuperación de un yo más agresivo, fuerte y afirmativo que nunca. Han (hemos) perdido el miedo a hablar en primera persona. Quiero pensar que la influencia del rap es determinante en este sentido. No sé que opinarán mis compañeros sobre esto…

María Salvador: Intento escribir lo que quiero leer. Trato temas que me tocan muy de cerca, desde la sensación de aislamiento o impotencia puramente personales como el desconcierto y la rabia políticas. Escribir es gritar lo que duele, susurrar lo que me hace feliz, intentar llamar al cambio. En ello siempre estarán presentes Radiohead, The Kills, PJ Harvey, Valente, Pizarnik, Trotzig, Cronenberg, Haneke, Wong Kar Wai.

Unai Velasco: No soy la persona más adecuada para explicar eso, pero creo que hay dos intenciones en mi poesía. Una atención primera y fundamental por el lenguaje, la imagen, la música… como herramientas de búsqueda de cierta verdad, cierta belleza poética, sean lo que sean esas dos cosas oh-my-god. Mi poemario En este lugar, concretamente, trata las relaciones entre experiencia cotidiana y mundos de ficción como una interrelación difícil de observar. Por un lado, creo que el lenguaje es necesario para dar sentido a las cosas (si no, estas nos absorben en la obscenidad del acontecimiento), pero a su vez todo lenguaje es sustitución, pérdida que irremediablemente conduce a otra cosa, otro lugar. ¿Dónde coño vivimos? El título En este lugar apunta, lingüísticamente, a un lugar estricto, con la euforia de lo determinado: es-te lu-gar exac-ta-men-te; pero es una indicación puramente nominal, triste, ¿cuál es ese lugar? Lo señalamos a diario, pero no lo vemos nunca de manera clara. Quizá esté entre el decir y el hacer, entre la amante y la amada, en sus sucesivas fornicaciones. Mi poesía trata de la comunicación de quienes somos y lo que pensamos, de su esencial incomunicabilidad.
Mis influencias son muchas, pero la poesía es trabajo del lenguaje. Luego hay que confiar en sus posibilidades de intuición, para abrir espacios insospechados… Me parece igualmente estimulante, a la vez que la poesía, la teoría literaria (los estudios sobre los mundos de ficción, la pragmática literaria, la sociología cultural) la filosofía (San Agustín o Baudrillard), la arquitectura o el arte conceptual. Actualmente hay grandes poetas en la música española, o por lo menos gente muy inspiradora: Joan Miquel Oliver, Roger Mas, Antonio Luque, o los compositores de grupos como Pony Bravo, Joe Crepúsculo o Triángulo de Amor Bizarro. Me parece música especialmente poética la que hacen Fuck Buttoms, Crystal Castles, A Place to Bury Strangers, Gold Panda, Tortoise, Mogwai o los sevillanos Tannhäusser, por decir algunos nombres.


*¿A qué poeta os parecéis? ¿A qué poeta os gustaría pareceros? ¿A qué poeta dirán que os parecéis?

Ernesto Castro: Me gustaría ser como Yehudá Mijai. En mi libro hay una sección dedicada a José-Miguel Ullán por razones obvias. Espero que me saquen más parecidos con Edgar Lee Master que con algún poeta del realismo sucio.

María Salvador: Me he parecido mucho a Valente y a Trotzig, hoy en día no lo sé, pues me parece muy importante no parecerme a nadie. Que me encuentren parecidos es, en parte, lo importante de la crítica: me dirá dónde ahondar, qué trabajar, de qué huir. Mi voz sólo quisiera ser mía, sea o no posible.

Unai Velasco: No sé si me parezco o no a alguien, y en cualquier caso no creo que sea bueno parecerse demasiado a ningún poeta. Creo que han sido muy importantes para mí poetas como Juan Ramón Jiménez, Manuel Vázquez Montalbán o, actualmente, Álvaro Pombo. Pero también Gamoneda, Diego Jesús Jiménez, Vallejo, Eliot, Cirlot, Blanca Andreu, Carnero, Lorca, Whitman, Stevens, Rilke, Valéry, Góngora, Efraín Huerta… aunque también me parecne poéticamente interesantísimos la Biblia o el Romancero. Y últimamente, leyendo a poetas españoles setenteros, he alucinado con Alberto Santamaría. Es muy bueno el cabrón…


*¿Por qué, después de todo esto, consideráis que estáis locos?

Ernesto Castro: Mi psiquiatra me ha prohibido contestar esta pregunta. Confidencias entre el paciente y el profesional, lo siento.

María Salvador: Por seguir escribiendo. O peor: porque siga doliendo la ausencia de escritura.

Unai Velasco: No sé si estamos locos locos, pero por lo menos somos bastante inconscientes: la poesía es algo acojonante, pero a veces es como tener un amigo invisible, ¿a quién se lo vas a contar? 

28 julio 2011

(3x1) Segunda entrega: entrevista a Eba Reiro, Miguel Rual y Enrique Morales.

En esta ocasión el trío de poetas que responde a la entrevista (cuya estructura es la misma que la del post anterior) está formado por autores inéditos: Eba Reiro (Ourense), Miguel Rual (Oviedo) y Enrique Morales (Almería). Eba estudia alemán y escribe, pinta, canta... Miguel es uno de los poetas más jóvenes de la antología, acaba de cumplir 19 años y es estudiante de medicina. Enrique escribe poesía y teatro. Es autodidacta y toca el saxofón. Irónicos y atrevidos en sus respuestas, verán:

*Para algunos de vosotros Tenían veinte años y estaban locos será vuestra primera publicación en papel. ¿Qué supone este hecho en vuestros planes como creadores?

Eba Reiro: Espero que salir publicada en papel no afecte en "mi plan como creadora", si es que se puede decir que tengo alguno. Es algo bonito de contar y que evidentemente me hace ilusión, pero no va a suponer ningún conformismo o algo así. Todo lo contrario: seguramente me animará a trabajar y aplicarme más en lo que hago.

Miguel Rual: Supone un maravilloso primer paso, un excelente acercamiento al mundo editorial. Pero sobre todo es un gran impulso, un chute de energía para seguir haciendo algo me apasiona, escribir. Es ilusión en estado puro, entusiasmo máximo, es saberte reconocido. También creo que supone cierta responsabilidad, sobre todo con uno mismo.

Enrique Morales: No sabría que decir. Me gusta el proyecto e imagino que debería sentir algún tipo de satisfacción, pero lo cierto es que cada vez me apetece menos publicar; los planes se desdibujan. Sé que dentro de unos meses, quizá menos, aborreceré esos poemas (lo cual me convierte en un abominable hipócrita literario). Pero en fin, debo sentir algún tipo de satisfacción cuando esos poemas están ahí.
Algún tipo.
Mis planes actuales están más enfocados, pragmáticamente hablando, al teatro.

Miguel Rual

*¿Publicar en papel -en antologías, revistas, plaquettes o libros propios- es una obsesión o un fin en esta época reinada por lo digital? ¿Tenéis proyectos de publicación entre manos? ¿Os presentáis a premios? ¿Rechazáis la idea de publicar un libro pronto?

Eba Reiro: El debate de los medios por los cuales se transmite la cultura no me interesa, es algo que se va adoptando por aceptación popular según sea más cómodo, rápido, útil, etc. y que no merece la pena darle muchas vueltas al tema, pues con el tiempo esas cosas se van viendo. Yo me siento cómoda con cualquiera de ellos y no pongo a ninguno por encima del otro, en plan piramidal. Me centro más en lo que leo y no en dónde y cómo lo leo. No sé cómo lo verán los demás, supongo que habrá de todo y en esas opiniones entrará gente que sí vea el papel como el culmen de lo digital, pero no es mi caso.
Más que proyectos de publicación tengo proyectos de creación, que se publiquen es otro cantar.
De momento, además de los típicos concursos de colegio, no me he implicado mucho con ese tema. Quizás debería. 

Al contrario

Miguel Rual: Mi verdadera obsesión es el proceso creativo en sí, el seguir escribiendo y ser capaz de evolucionar. El verdadero fin es la obra, esté o no publicada. No rechazo la idea de publicar un libro pronto, me encantaría y tampoco pienso que sea negativo. Pero tampoco me obsesiono, si surge algo, genial. Si no, a seguir escribiendo. Creo que antes de publicar se necesita mucha reflexión y autocrítica.

Me gusta la idea del libro material porque disfruto mucho con ellos entre las manos, un goce sensorial extremo, me gusta olerlos, acariciarlos, poseerlos, mi mayor gasto mensual también se va en ellos, mirarlos y ordenarlos en mi estantería, soy un poco fetichista con los libros. No lo he dicho, pero también me gusta leerlos.

También me gusta mucho dibujar y sería genial poder intervenir en las páginas de mi libro, sería toda una experiencia, como lo hago con mis manuscritos, dibujo, corto, pego…



Enrique Morales: Hace unos dos años tenia cierta urgencia. Ahora no. Escribo mucho y conservo poco. Excesivamente poco. Intento, desde octubre, dar forma a una suerte de poemario (en esencia, como proyecto causa sui), que hoy día solo existe estructural y conceptualmente.
No descarto la idea de una posible publicación en un futuro, pero por ahora, considero que no alcanzo el límite de calidad que me auto-impongo para esa posible publicación.


*Unos tenéis blog y otros sois más activos en Facebook, Twitter y Tumblr. ¿Qué os han dado las estas plataformas en lo que a vuestra trayectoria y aprendizaje se refiere?

Eba Reiro: Con Facebook empecé teniendo una relación de amor-odio, pero al final sucumbí totalmente. Cualquier persona que lo utilice proactivamente sabe de lo que hablo, es algo que va más allá del escaparate de fotos de noches de borrachera. Es el medio de la instantaneidad e hipertextualidad. ¿Cómo no podría eso ser enriquecedor? Y claro, también es una manera tan buena como otra cualquiera para perder el tiempo.

Miguel Rual: Yo tengo un blog desde hace unos meses, me gusta y quisiera dedicarle más tiempo. Me encanta poder fusionar imagen y palabra y compartir fragmentos de otros autores que me influyen o que me gustan. Lo que me ha permitido el blog es centrarme en una estética. No todo lo que escribo encajaría con lo que ahora es el blog. De hecho, salvo un par de excepciones, no escribo algo y luego lo cuelgo. Lo escribo expresamente para ese post.

Facebook tengo y lo uso bastante, como red social me ha permitido contactar con un montón de gente que comparte intereses, con muchos compañeros de antología y con poetas de todo el mundo. Twitter lo uso muy poco y Tumblr no tengo, aunque le estoy muy agradecido, sin él, no estaría en Tenían veinte años y estaban locos.

Enrique Morales: No me interesan. Tampoco tendría tiempo para hacer un uso real de esas plataformas. Únicamente tengo blog y cada vez lo actualizo con menos frecuencia. No ha sido un instrumento ni mucho menos esencial para mí, pero es cierto que ha supuesto la formalización de un laboratorio apropiado para organizar determinadas ideas, moldearlas y ver, cuando ha existido interacción, como el Otro ha aprehendido esas cuestionables luminarias. No obstante, resulta evidente que los juicios involucrados en la mecánica blog contienen, la mayor parte de las veces, tan solo una mínima fracción de compromiso (tanto en lo que se da en llamar realidad, como en la realidad literaria y cultural de lo exhibido. En especial por mi parte), sin embargo, mantengo que, como pacíficamente se suele decir, ha supuesto una plataforma de aprendizaje y pseudoexposición a tener en cuenta.


*¿Y qué relación tenéis con vuestros contemporáneos -no sólo con los jóvenes o compañeros de antología, también con otros creadores coetáneos-? ¿Cómo han influido en vuestra obra o en vuestras ambiciones?

Eba Reiro: Por afinidad suelo fijarme más en las personas que desarrollan alguna actividad creativa. Cuando encuentro gente así suelo sentir una especie de complicidad, me siento a gusto. Claro que en mi círculo de amigos hay algunos que tienen grupos de música, filman cortos o pintan, pero hay otros a los que nada de eso les interesa. Supongo que el que haya gente así entre mis amigos me influye, pues me anima a ir constantemente a conciertos, exposiciones, etc., y en las charlas siempre intercambias nuevos descubrimientos de artistas, libros, blogs, o cotilleos así. Con eso estoy aprendiendo constantemente, lo cual evidentemente utilizo después para crear.

Miguel Rual: Salvo con algunos escritores de la antología, algunos americanos y los compañeros de Mil Novecientos Violeta, no mantengo contacto con otros creadores. Nos llevamos bastante bien, compartimos nuestros proyectos. Hasta hace bien poco entre mis amigos era el único “loco” que escribía poesía.

Enrique Morales: Mínima. Mis referencias no están en mis coetáneos. No me encandila especialmente el brillo asfixiante del moho, pero todavía no he encontrado en ellos eso que llama Pizarnik amado espacio de revelaciones. Reconozco que debo y quiero ahondar más en quienes aún respiran a mi mismo ritmo.

Eba Reiro (retratada por Ágata Gavilán)

*Todos procedéis de distintas ciudades en las que imagino más o menos “movimientos literarios”. ¿Hacéis recitales, performances, actuaciones? ¿Participáis en la vida “literaria” de estos lugares?

Eba Reiro: Soy de Ourense y de esta ciudad han salido muchos escritores muy buenos, pero en la actualidad, respecto a poesía o creación literaria, poca cosa se mueve. En Santiago, que es donde estudio, hay algo más de movimiento, pero de momento con lo que he visto no he sentido mucha afinidad, y tampoco he visto mucho. Cuando llegué a la facultad de filología el primer año me sorprendió que no hubiera ningún grupo de personas ya formado para hacer cosas de ese tipo. Para mí fue una decepción, llegaba a la capital de Galicia esperando que eso fuese un hervidero de movimientos literarios. Pero no. O es que no me he sabido mover, oye. El segundo año intenté organizar unos recitales con un chico que había organizado varios en Argentina y Chile, pero no nos convenció el material que vimos y al final se quedó en nada. Este año voy a empezar el tercer curso y si descubro algo interesante bienvenido sea.

Miguel Rual: Oviedo es una ciudad pequeña. Se vive muy bien, pero la oferta cultural, es aún más pequeña. A veces, algún colectivo como Lata de Zinc organiza algo. Supongo que vida “literaria” la habrá, pero la desconozco. Hace poco unos amigos nos juntamos para hacer una especie de grupo de escritores jóvenes que bautizamos como Mil Novecientos Violeta (tomado de un poema de David Meza, también en Tenían veinte). Hicimos un recital a principios de verano y ahora estamos trabajando en un fanzine, de color violeta, claro.

Enrique Morales: Sí. Recité unas cuantas veces en Almería, también en Sevilla, el año que viví allí. Ahora mismo no sé cual va a ser mi ciudad. Habito el limbo a la espera.

*Algunos os conocéis, sois amigos, otros ni siquiera habíais escuchado vuestros nombres antes de saber que compartíais espacio, de hecho, hasta la publicación en octubre de Tenían veinte años y estaban locos apenas os podréis leer en la red y en el Tumblr de origen. ¿Habéis hecho algún descubrimiento cotilleando la obra de vuestro compañero de al lado?¿A quién echáis de menos en un libro de estas características?

Eba Reiro: Me sonaban los nombres de la mayoría. Había leído Los idiomas comunes de Laura Casielles, el banderín del zaguán de Marina Ramón-Borja, Tránsito de Álvaro Guijarro, También mis ojos de Laura Rosal... He leído cosas de Odile L'autremonde y Miguel Rual por blogs. De Ernesto Castro no he leído poesía pero sí otras cosillas. Hace tiempo que quiero conseguir el Introducción a todo de Berta García Faet y Lila de Emily Roberts. Espero hacer un buen descubrimiento con los demás y seguir haciéndolo con los que ya he nombrado. Echo de menos a todos los escritores internacionales que se han quedado fuera. El primer nombre que se me ocurre es Yaxkin Melchy. También Natalia Litvinova, Amanda Jayne, Steve Roggenbuck.

Miguel Rual: Muchos descubrimientos: españoles como Cristian Alcaraz, Odile L’Autremonde, Emily Roberts, Eba Reiro, Sara R. Gallardo… Hispanoamericanos como David Meza, Yax-Kin Melchy o Natalia Litvinova. Americanos como Kendra Grant Mallone, Jacob Steinberg,… ¿A los que más echo de menos?, a Litvinova y a Meza, pero no son españoles.

Enrique Morales: En un principio, seguí con interés el proyecto, pero este año he ido abandonando todo aquello, que de algún modo, podría estar siguiendo (especialmente en el campo de la poesía). Reconozco que tras la inquietud inicial, no he hecho descubrimientos; reconozco que acababa leyendo la participación de quien ya conocía, de aquellos de quienes había oído hablar o de los autores extranjeros. Dedicaré a la antología impresa la atención merecida.


*¿Cómo pensáis que será recibida vuestra voz?

Eba Reiro: Espero que haya opiniones. Con eso me basta para empezar.

Miguel Rual: Principalmente escribo por una necesidad propia de descarga, de disfrute, con un tremendo egoísmo. Somos mi voz y yo. Sin que suene duro, decir que nunca me paro a pensar en el lector, ni en cómo será recibido un poema o un texto. Aún así, deseo que sea recibida con fuerza, espero que despierte algún tipo de emoción relativamente intensa, para bien o para mal, pero que no deje indiferente. Sin embargo, pienso que en un espacio tan reducido no es posible llegar a conocer esa voz, es más como una provocación.

Enrique Morales: Lo ignoro.

Enrique Morales (retratado por Laura Rosal)

*¿Os da miedo la repercusión, la crítica, el comentario?

Eba Reiro: En absoluto. Miedo cero. De las críticas se aprovecha todo, como del cerdo. No tienen ni que ser constructivas: de eso ya me encargo yo.

Miguel Rual: Miedo no. Me gusta, me produce una cierta inquietud placentera, como cuando estás viendo un thriller. Si se publica, es algo con lo que hay que contar.

Enrique Morales: No, es esencial.


*Los lectores y vosotros mismos veréis la diversidad que hay en el libro, pero también apreciaréis que muchos tocáis temas comunes o tenéis influencias parecidas. Ya sé que es difícil... pero ¿cómo definiríais la poesía que hacéis? ¿Y cuáles son vuestras influencias, no sólo literarias, sino en general?

Eba Reiro: No creo que definirme sea muy beneficioso para mí: si lo hiciese correría el riesgo de condicionarme a mí misma, ser esclava de esa definición. Pretendo seguir creando como hasta ahora, con lo que me gusta en el momento. No quiero crear intentando seguir un estilo que me haya otorgado en algún delirio de grandeza. Me gusta la literatura, el cine, la música, la pintura, la ilustración, el diseño, la fotografía, la cocina, el cómic, ver videos chorras en youtube, series por megavideo, de vez en cuando enamorarme e intento vivir de la manera más divertida posible. Eso algo me influye. También adoro esta corriente de creadores anónimos de páginas de facebook lunáticas y/o surrealistas. Ah, y ver documentales, los del Punset, los de física cuántica y astronomía, los de sociología, los que ponen en la dos. De ahí han salido muchas poesías. Dios bendiga la intermedialidad.

Miguel Rual: Mis influencias son el cuerpo, el sexo. Como estudiante de medicina uso la anatomía en cuanto puedo. La muerte, vista desde de las disecciones, adquiere un significado diferente. Me influye mucho la música, escucho sobre todo indie rock. El arte es otra gran influencia: los cuadros expresionistas de Klimt, los maravillosos desnudos de Schiele, las películas de Fritz Lang o de Man Ray, la fotografía en blanco y negro. El surrealismo me atrae en todas sus vertientes. ¿Influencias literarias? He leído más narrativa que poesía. Me fascina la literatura japonesa: Murakami Ryu, Edogawa Ranpo, Yoshimoto Banana… En poesía me apasionan Lorca y Pizarnik. Cavafis y la mitología griega. Raúl Zurita me obsesionó durante un tiempo. Ginsberg, Ajmátova, Panero, Plath… Mi poesía la definiría como un caballo ardiendo, ebrio de metáfora. Es bastante visceral y cruda. A veces es un tanto hermética y otras un tanto surrealista, muy visual.

Enrique Morales: Los integrantes de la tribu chagga (Tanzania) llevan durante toda su vida un tapón en el ano, como si, ceremonialmente, hubiesen anulado la obvia necesidad de defecar. Como si hubiesen sellado aquello que evidencia la mortalidad, y que, sin embargo, queda irónicamente incrustado en el interior del cuerpo.

Cita Ernest Becker el caso de una mujer fetichista. Esta grita desesperada a su psicoanalista: ¡Me gustaría poder sacarme esta piel! ¡Si no tuviera este estúpido cuerpo, sería tan pura por fuera como me siento por dentro!

Desconozco si esto define mi poesía, o la poesía que querría escribir, pero la definición paradisíaca (que podría, en realidad, contener tan solo una nimia parte de esta ideología) constituiría un híbrido entre esas dos situaciones: la mujer fetichista, desprovista, al fin, de su piel, de su odiosa envoltura, pero, con una diferencia no explícita en su ruego: su pureza se vería interrumpida por el tapón anal de los chagga, enquistado en su recto (que no censura, sino que evidencia la necesidad de la censura: evidencia la existencia de lo censurable aún en la soñada purgación de la fetichista)

Jonathan Swift escribió en un poema:

No me asombra haber perdido el juicio;
¡Oh!, Celia, Celia, ¡Celia caga!

Si hablamos de utilitarismo estético, es evidente que este recurso funciona en cualquier circunstancia. Me interesa más la contradicción ascética. Esos dos versos de Swift (que perfectamente podrían establecer el culmen de la alienación como recurso efectista), y que, sin embargo, funcionan (y esto es lo que me cautiva) como el absurdo híbrido que trazaba anteriormente: la fetichista y el tapón anal, aquí a la inversa. Una alternancia de ultraexposciones y ultracensuras que no dejan de ser meramente físicas. No dejan de ser ultraliterarias; meramente humanas y profundamente inhumanas en cuanto a la tradición cultural biológica.

Reconozco cuales son mis parafilias, el núcleo temático de cuanto escribo, pero en lo referente a las influencias, puedo hablar con mayor precisión de aquello que actualmente me obsesiona (aquello que revisito) y veo presente en la cimentación de mi escritura actual: las piezas para piano de Szymanowski, Alan Hovhaness, Nina Koshetz, el rudimentario folk-blues de los 20-30 (Blind Lemon Jefferson, Memphis Minnie, Blind Willie McTell...), el cine de Bela Tarr, Dreyer, El Color de las Granadas (Paradjanov), Frantisek Vlácil (especialmente Marketa Lazarova), los primeros cortos de Disney y los hermanos Fleischer, los cuadros de Anselm Kiefer, las ekpyrosis fotográficas de Pentti Sammallahti...

Probablemente existan relaciones perpetuas, como en el caso del cine, la antropología, el teatro, la filosofía, y evidentemente la poesía (Celan, Michaux, Dylan Thomas, Pizarnik, Ajmátova, Marlene NourbeSe Philip, Georg Trakl, Creeley, Ingeborg Bachmann, Blanca Varela o Maillard, Herberto Helder, Jorie Graham, Olvido García Valdés...) que estarían dentro de ese núcleo (imagino) reconocible, en textos pertenecientes a distintos lapsos de tiempo. Estos, ente otros artefactos, formarían el subsuelo prehistórico.


*¿A qué poeta os parecéis? ¿A qué poeta os gustaría pareceros? ¿A qué poeta dirán que os parecéis?

Eba Reiro: Si algún día escribo algo la mitad de bueno que los poemas de Jorge Eduardo Eielson, seré un poquico más feliz. ¿Cómo hubiera escrito poesía David Foster Wallace adulto? A veces también escribo con esa pregunta en mente, aunque no tenga ni la más remota idea de cómo contestarla. El día que sepa la respuesta me gustaría parecerme a eso.

Miguel Rual: A Miguel Rual. La verdad, no sé a quién puedo parecerme o a quien pueden decir que me parezco. Últimamente, por la temática de los últimos textos, me acerco un poco a Plath y a Pizarnik. Las obras poético-teatrales de Lorca me influyen mucho.

Enrique Morales: Hace unos meses, citaba en mi blog el siguiente fragmento, inserto en un libro de Jacinto Choza:

Algunos mitos chinos e hindúes representan al león, al dragón, al ogro, como suplicantes que acuden ante el dios que les ha creado pidiéndole víctimas a las que devorar para calmar sus ansias. El dios, como respuesta, les condena a alimentarse de ellos mismos, y entonces se dan cuenta de que son una máscara, una apariencia, un deseo insaciable y vacío de toda sustancia.

Resulta lógico que el creador, no solo el poeta, debe alimentarse, devorar, nutrirse de esas victimas, de esos otros creadores. Pero esta inevitabilidad, practicada en exceso, provoca una ubicua contrapartida: uno acaba no pareciéndose a sí mismo. No practico esa asimilación de manera consciente, no sé a quien me parezco. Asimilo, con mayor o menor éxito aquello que se aloja como un alfiler prehistórico en mi cráneo, aquello con lo que, más desde una perspectiva originaria que ulterior, me puedo identificar. Es decir, aquello en lo que me re-conozco.

Respecto a la ultima pregunta: lo desconozco. Esto suscita situaciones un tanto cómicas: a veces, el lector jura la influencia directa del autor X en el autor Y, mientras que el autor Y confiesa no haber leído nunca al autor X. Por el contrario, otra veces, el autor Y jura que el autor X es uno de los máximos exponentes en la estructuración de su escritura. El lector, sin embrago, sentencia que no existe la más mínima correspondencia entre el autor X y el autor Y.

En fin, no lo sé. Es un proceso primitivo y en lo sustancial, inconsciente. Resulta más interesante que sea el lector quien decida que objetos sobresalen entre la vorágine del torbellino.


*¿Por qué, después de todo esto, consideráis que estáis locos?

Eba Reiro: Son las cinco de la mañana y estoy contestando por email una entrevista por una antología de poesía. Estamos en julio de 2011. Qué es la cordura, señores.

Miguel Rual: Porque la poesía me sigue obsesionando y afecta al desarrollo de mi vida diaria como una enfermedad crónica de la que espero no curarme. El afectado muestra una conducta que se aparta de la normalidad de una forma determinada. Frecuentemente se manifiesta como una pérdida de control, en la que los sentimientos se muestran desinhibidamente. La conducta se desplaza fuera de lo racional y las consecuencias de los propios actos no se tienen en cuenta. Los actos pueden ser objetivamente absurdos e inútiles. (Síntomas de la locura)

Enrique Morales: 224.Son los POETAS, a quienes los hombres extraviados siguen a su vez.
225.¿No ves que siguen todas las rutas como insensatos?
226.¿Qué dicen lo que no hacen?
El corán

(Sura XXVI)